Lo que sabemos de nosotros mismos
y conservamos en la memoria no es,
por fortuna,
tan definitivo como se cree.
Llega el día en que
lo que los demás saben de nosotros,
o se figuran saber,
se apodera de nuestro animo,
y entonces reconocemos
que es lo que mas importa.
Se arregla uno mejor
con su conciencia intranquila
que con su mala reputación.