que temió por su suerte.
Así, para protegerla, le dio un olor
que hizo que todos los animales se alejaran de ella.
Luego el Señor hizo al zorrillo.
Abrió los ojos el nuevo ser,
volteó la vista a todas partes
y vio a la zorrillita.
Lleno de amor se dirigió hacia ella.
La pequeña criatura, temerosa, dejó escapar
su aroma para apartar de sí al desconocido.
Llegó el zorrillo,
aspiró la fragancia embriagadora y,
entornando los ojos,
muy galante le preguntó a la zorrillita:
-¿Chanel?
-Armando Fuentes Aguirrte