Esta mañana, mi nieto me comento que construiría una maquina del tiempo para viajar a la prehistoria y jugar con los dinosaurios. Si lo consigue, le pediré que me lleve con él pero que a mí me deje en mi infancia. No tengo nada contra el periodo jurasico, pero no me parece, ni por asomo, tan emocionante como la niñez, un mundo en el que todo es posible.