Descansando en mi sillon favorito, oyendo musica suave y relajante; con una copa de vino en la mano, reflexiono:
La juventud no es un valor, es una enfermedad que se quita con el tiempo. La vejez -que tampoco es un valor- se valora con el tiempo.
La vida es tiempo, y en este, la vida se nos va.
Caminamos las diferentes facetas de nuestra vida: la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez, la senectud, caminamos -por decirlo en un sentido lógico- pero en realidad no caminamos ¡corremos!
Muy temprano a la regadera, el café, el auto, al trabajo, a la escuela, al jardín, a enfrentar problemas cotidianos, a comer rápidamente, a regresar al trabajo, a los problemas, a las llamadas por teléfono, a los papeles, a las citas, a los pagos, a la incertidumbre del día siguiente, lo cual muchas veces nos quita el sueño, ojala tuviéramos mas horas disponibles en el día y exclamamos ¡no tengo tiempo! ¡Me falta tiempo!, cuando en realidad lo que sobra es tiempo.
El correr, el alimentarnos mal, el no dormir lo suficiente, acarrea una gran cantidad de problemas, que bien pudiéramos llamar la “enfermedad de hoy”: el estrés.
Y vivimos con las bolsas llenas de pastillas, capsulas y píldoras: para la jaqueca, para la gastritis, para los nervios, para la dieta para despertar, para dormir.
Nuestros antepasados con todo el tiempo del munda no tenian la enfermedad de hoy…..
