El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama.
Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarro. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormirse.
A las 3 de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir.
Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz.
Hace todo esto pero no logra dormir.
Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme.
A las 6 de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos.
El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido.
El insomio es una cosa muy persistente.