22 sept 2011

Once razones para recibir con gusto su próximo cumpleaños


Antiguamente se tendía a considerar que, una vez cumplidos los 50 años de edad, cada nuevo aniversario era como un paso cuesta abajo. Pero hoy, nuestra actitud respecto a la edad está cambiando. De hecho, los expertos empiezan a descubrir que, en muchos sentidos muy reales, el avanzar en años trae consigo valiosos beneficios.

He aquí algunos:

1.- Se agudiza nuestra inteligencia. Las canas no denotan una mente confusa. Sigmund Freud publico su primera gran obra: La Interpretación de los Sueños, a los 44 años. Cervantes tenia 57 años cuando publico la primera parte del Quijote, una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. “Si usted nunca deja de leer, pensar y crear, los conocimientos que con ello adquiere aumentan su inteligencia”, dice Robin Marantz Henig, autora de “How a Woman Ages” (“Como envejece la mujer”). "Con el paso del tiempo, usted obtendrá resultados mas y mas altos en las pruebas de inteligencia. Acaso disminuya un poco la rapidez del razonamiento y la memoria, pero nunca la calidad".

2.- Nos volvemos más resistentes. A juzgar por los estudios que realizo el doctor George Vaillant, profesor de psiquiatría, nuestros mecanismos psicológicos de defensa –las maneras en que hacemos frente a los sentimientos difíciles- se vuelven más sanos a medida que envejecemos. Para protegerse, los jóvenes echan mano de estrategias tales como la negación y las reacciones impulsivas. En cambio, las personas maduras recurren con mucha más frecuencia al sentido del humor, al altruismo y a la creatividad. Un mismo acontecimiento agobia menos a una persona mayor que a un joven. “Con la edad se superan mas fácilmente los sinsabores de la vida”, asegura la psicóloga Janet Belsky, autora de Here Tomorrow: Making the Most of Life After 50 (“Mañana estaremos aquí: aprovechemos al máximo la vida después de los 50!).

3.- Ya no somos tan exigentes. Según Phillip Berman, autor de The Courage to Grow Old (“Valor para envejecer”), ello se debe a que la persona madura “alguna vez a sido despedida, se ha divorciado o ha perdido a un ser querido… y ha sobrevivido". Desde el punto de vista psicológico, es mas resistente. “Así mismo tolera mejor las pequeñas tonterías de la vida”, agrega Berman. “Casi nunca se ve que una persona mayor pierda los estribos en un elevador lento y atestado. Es mas probable que se impaciente un joven que tiene prisa”.

4.- Nos volvemos mas tiernos. En realidad es posible que un cambio físico en el cerebro contribuya a este proceso de dulcificación. El psiquiatra Steven Roose informa que los científicos han estado estudiando un conjunto de células que podrían denominarse “el sistema de alarma del cerebro: un centro relacionado con la excitación, la angustia y el temor”. Alrededor de los 40 años, este sistema de alarma comienza a contraerse y a perder sus funciones, precisamente cuando muchos de nosotros experimentamos “una disminución de las reacciones de ira, angustia e impulsividad”.

5.- Sentimos nuestra fuerza. “La mayoría de la gente madura se halla en la cima de su vida productiva”, afirma la psicoanalista Elizabeth Auchincloss. “Es la época en que uno se siente competente y obtiene gran satisfacción y seguridad de la conciencia de que tiene algo que ofrecer a los demás”.

6.- Nuestro amor se torna mas profundo. “Con la edad nos sentimos mas seguros  en nuestras relaciones”, comenta la señora Henig. “Cuanto mas tiempo de casados llevemos, tanto mas probable será que sigamos así”. “Y, si ha llevado usted un buen matrimonio”, agrega la psicóloga Belsky,"muy probablemente mejore este todavía mas cuando los hijos se vayan del hogar”.

7.- Descubrimos nuestro verdadero yo. La actriz Candice Bergen escribió en su autobiografía, Knock Wood (“Toca madera”): “Hace falta mucho tiempo para llegar a ser una persona”. A medida que uno envejece, se vuelve mas singular, dice la psicóloga  Matti Gershenfield. “Es uno mas consiente de sus ideal, de sus gustos y de sus aversiones. En suma, uno sabe quien es”. “Ya no tomo a mal los rechazos”, comenta la escritora Erica Jong. “Me he dado cuenta de que, a menudo, el trato que los demás me dan tiene mas que ver con ellos que conmigo”.

8.- Nos volvemos más altruistas. Nuestro instinto paternal persiste aun cuando los hijos han crecido y puede incluso trascender del ámbito familiar, afirma monseñor Charles Fahey, director de un centro que estudia las posibilidades creativas de las personas maduras. Estas constituyen un fuerte potencial de participación en los asuntos sociales y de la comunidad.

9.- Nos convertimos en abuelos. “Es muy gratificante poder disfrutar de los niños sin tener la carga de la responsabilidad”, señala la Psicologa Belsky. “Con una generación nueva, se despierta nuestro gusto por vivir y de esta manera nos sentimos mas vinculados al ciclo de la vida”, añade Matti Gershenfield.

10.- Nuestro mundo se amplia. Una de las razones por las que se teme a la madurez es el aislamiento. “Si usted lo permite, su mundo seguramente se estrechará”, señala monseñor Fahey. “Pero si pone de su parte, la edad madura puede resultarle muy adecuada para establecer mas relaciones interpersonales”. “Si cultiva usted sus relaciones” coincide el gerontólogo Robert Rutler, “cuando llegue la madurez tendrá un entorno rico: amigos de toda la vida, conocidos, colegas, una familia extendida”.

11.- Vivimos mas motivados. “Si bien la gente madura es libre de emplear su tiempo como le plazca, también sabe que ya no dispone de mucho”, dice Berman. “Eso la hace tener mas conciencia  de lo precioso que es el tiempo y de la necesidad de emplearlo sensatamente”. Si usted hace buen uso de su tiempo, quizá reciba más en recompensa. “Las investigaciones han demostrado que quienes mantienen un interés vital y absorbente, ven prolongada su vida”, agrega Berman.
Ciertamente, ya no podemos correr tan rápido como antes, pero nuestra vida espiritual se robustece. Ahora disponemos de tiempo para reflexionar y para encontrarle sentido a la existencia que hemos llevado.

Ello puede traer consigo una profundización en la fe religiosa, o simplemente un crecimiento mucho mayor de la vida interior, y a esto, por lo general, se le llama sabiduría.
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